24 feb 2016 ~ ~ Etiquetas: ,

Málaga: El terremoto que levantó los Dólmenes


Los especialistas, durante una de las campañas en el interior de la Cueva del Toro. / Javier Pérez.
La Junta declara BIC la Cueva del Toro, probable morada de los ancestros de los constructores de Menga.
Los especialistas estudian si un movimiento sísmico hizo abandonar la cavidad a los habitantes del Neolítico que luego edificaron el conjunto megalítico.

24/02/2016. Diario Sur.

Desde aquel lugar se dominaba todo el valle, era escarpado pero no demasiado inaccesible y ofrecía más de 30 metros de profundidad, espacio suficiente para resguardarse de la intemperie, enterrar a los muertos y cuidar del ganado. Es la Cueva del Toro, en Antequera, cuyos hallazgos fascinantes se colocaban ayer de nuevo bajo los focos de la actualidad con su inscripción como Bien de Interés Cultural (BIC), con la tipología de zona arqueológica, en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.

La protección de la Junta de Andalucía de la cueva antequerana llega además en el tramo crucial de la candidatura de los Dólmenes para ser declarados Patrimonio Mundial por parte de la Unesco, una aspiración que podría cuajar la próxima primavera. Además, la Cueva del Toro surge en los orígenes del recinto megalítico compuesto por los dólmenes de Menga yViera y el tholos de El Romeral.

Es la tesis que manejan el catedrático de Arqueología de la Universidad de La Laguna Dimas Martín y la profesora de la misma universidad, Dodes Calimach, que han dedicado casi 40 años al estudio de la Cueva del Toro. «Desde 1977 hemos realizado cinco campañas, que han puesto al descubierto una cueva que tiene bastantes singularidades respecto a otras similares», avanza Martín antes de proseguir: «Estamos ante una de las mejores secuencias que hay en Andalucía, desde el 5.300 hasta un 3.000 a. C. Hay dos fases de ocupación de la cueva: del 5.300 al 4.800 y otra que va del 4.300 al 3.700.

Una de las aportaciones que identificamos y en la que seguimos trabajando consiste en que, durante la segunda habitación, la zona sufrió un terremoto que implica el abandono de la cueva y a partir de ese momento sólo hay ocupaciones puntuales. Además, el terremoto coincide con el inicio de la construcción de Menga, en torno al 3.600. Hay un desplazamiento hacia la zona de la Vega que constituye el sustrato de la población que construye los Dólmenes».


Junto a estas líneas, cerámica decorada econtrada en la cueva antequerana. / Hilario.
Entender su modo de vida

Martín y Calimach coinciden al destacar que la importancia de la Cueva del Toro estriba en la gran cantidad de información que ofrece «para entender el modo de vida de esas primeras comunidades pastoras, agricultoras y artesana», en palabras de la investigadora. Una trascendencia que ahora encuentra su debida correspondencia en la catalogación administrativa como zona arqueológica. De este modo, la del Toro es la vigésima cueva de la provincia de Málaga incluida en el registro patrimonial andaluz

El catedrático aporta más datos sobre el carácter «excepcional» de la Cueva del Toro. Así, Martín recuerda que en el recinto se ha encontrado «un conjunto de materiales cerámicos muy espectacular». Junto a ellos aparecieron cuentas de collar de huesos o conchas y «una bellota hecha de caliza y rellena de pasta roja», así como una Venus inspirada en El Torcal y «manifestaciones de tipo ritual».

Además, Martín y Calimach constataron la infrecuente coexistencia de habitación humana, enterramientos y estabulación para el ganado en el interior de la cueva que, miles de años más tarde, sigue prometiendo nuevos hallazgos.

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