La reducción de horarios por la falta de personal ha supuesto un descenso de visitas a este conjunto de más de siete siglos que fue foco del protestantismo europeo y tiene un retablo mayor de Martínez Montañés.
18/05/2016. ABC.
Las visitas al monasterio de San Isidoro del Campo desde el pasado mes de febrero mantienen un horario reducido que se limita de martes a jueves a la franja matinal de 10 a 15 horas, y de viernes a sábado cubre parcialmente la tarde entre las 10 y las 19 horas, una planificación que deja este enclave referente del protestantismo cerrado los domingos , los lunes y los días festivos.
La asociación de Amigos del Monasterio de San Isidoro ha elevado la situación al Defensor del Pueblo Andaluz y ha iniciado una campaña de recogida de firmas con la que ya ha sumado la adhesión de miles de personas de la provincia y de otras partes del mundo donde reclaman la apertura de este espacio en un horario más amplio.
A esta reivindicación se ha sumado también el hasta el pasado lunes alcalde, José López, y el equipo de Gobierno de Santiponce, conscientes de la incidencia que este conjunto histórico artístico tiene para la economía local y atendiendo a la que puede tener en los próximos meses, dado que el 31 de octubre de 2017 se cumplen 500 años de la Reforma Protestante.
La reducción de horarios de apertura ha supuesto también una bajada en el número de visitas y viene motivada por la falta de personal, sostienen desde el consistorio, que desde el 31 de diciembre de 2013 no pudieron renovar el convenio con la Junta de Andalucía por la precaria situación económica.
La Consejería de Cultura se ocupa de la coordinación de este bien monumental, de atender a las visitas y del historiador, así como de la seguridad del recinto, mientras que el consistorio presta el servicio de limpieza. «No podíamos mantener a dos personas en jornada completa y a otra a media jornada que atendían las visitas y el control de las salas», explica el hasta ayer regidor poncino: «Por eso hemos dejado a media jornada el servicio de limpieza», dice.
El equipo de gobierno municipal, que ayer fue renovado con una moción de censura, insiste a la Junta para armar un circuito turístico para Santiponce donde se incluya la ciudad romana de Itálica y el Monasterio de San Isidoro del Campo. «La Junta dice que el turismo hay que cuidarlo porque es una fuente de riqueza para Andalucía, pero se permite tener cerrado San Isidoro los días clave», resalta López, que explica cómo desde diferentes colectivos de la sociedad civil han surgido iniciativas para tratar de mantener abierto el enclave el mayor tiempo posible.
Juan José Casero, de la asociación de Amigos del Monasterio de San Isidoro del Campo ha planteado a la Junta la posibilidad de suscribir un acuerdo de colaboración para que se atienda a las visitas turísticas los domingos y festivos con personal voluntario de esta entidad que estaría dispuesto a hacerlo «siempre y cuando la Junta mantuviese a una persona responsable de las instalaciones».
El regidor advierte que la iniciativa ciudadana no debe sustituir a la responsabilidad de la Consejería de Cultura, y se ha mostrado confiado en «el compromiso que nos ha manifestado la consejera Rosa Aguilar para que se solucione este tema».
Con los votos de PSOE y del PA se tumbó una moción por la que el Ayuntamiento instaba a la Junta a abrir mantener un horario de visitas como el de Itálica.
Siete siglos de historia
El monasterio de San Isidoro del Campo con 715 años de existencia y una riquísima historia entre sus muros, aún no forma parte de ningún circuito turístico, algo que lamenta el Ayuntamiento de Santiponce y la sociedad civil de esta localidad sevillana, muy sensibilizada con la defensa y difusión de su patrimonio histórico. En este caso, no le faltan razones para convertir a este conjunto arquitectónico en un reclamo para el turismo internacional, especialmente el centroeuropeo y anglosajón, como se explica a continuación.
El deseo de conocimiento movió a la comunidad del monasterio de Santiponce desde 1540 a leer textos para ilustrarse en un nuevo modo de plantearse la fe en el seno de la Iglesia Católica. Estas lecturas fueron posibles gracias a la introducción clandestina de libros desde el norte de Europa y al monje fray Antonio del Corro, pariente cercano del Inquisidor de Sevilla que tenía acceso a los libros confiscados por la Inquisición.
En las vísperas del V centenario de la Reforma Protestante, que se celebrará el año próximo, el monasterio de San Isidoro levantado en 1301 con el auspicio de los duques de Medina Sidonia destaca por haber sido caldo de cultivo de uno de los más destacados focos del protestantismo en un contexto en el que Sevilla administraba el comercio de las Indias. Por la ruta comercial trasegaba con los libros prohibidos Julianillo Hernández, y así llegaron a las manos de la comunidad de monjes isidros desde la década de 1540.
En 1557 una docena de monjes huyeron acechados por la Inquisición, que tenía noticias de que las ideas luteranas se abrían paso allí. En noviembre de 1577 había tres monjes isidros en las celdas del castillo de San Jorge, y un mes más tarde ya eran cinco.
Por su valor religioso, artístico, histórico y patrimonial el monasterio es uno de los enclaves más destacados de Andalucía. Está ligado al linaje de los Medina Sidonia que patrocinaron su fundación en 1301 y estuvieron siempre vinculados a él propiciando que mantuviese una jurisdicción única como señorío jurisdiccional, lo que le permitía administrar las tierras que cedieron a los monjes en La Algaba o Santiponce, con un estatus privilegiado que mantuvo hasta el siglo XIX.
Máximo esplendor
En su momento de máximo esplendor el monasterio tenía 30.000 metros cuadrados, articulados a partir del núcleo medieval que cuenta con dos iglesias, claustro principal, refectorio, sala capitular y sacristía. El interior atesora obras de Martínez Montañés, que realizó el retablo mayor, una de las obras cumbre de la imaginería barroca en España. Las manifestaciones pictóricas van desde el mudéjar al barroco pasando por el gótico.
«La sillería de coro de San Isidoro del Campo con 72 asientos nos viene a decir que había al menos 72 monjes dedicados a la vida espiritual» explica el historiador Alejandro Romero, «a los que había que sumar los hermanos legos que no se encargaban de la doctrina religiosa, así como las personas relacionadas con trabajos agrícolas y ganaderos que se realizaban en las tierras del monasterio», abunda.
A raíz de la desamortización de bienes a la Iglesia en el siglo XIX los monjes fueron exclaustrados y el monasterio pasa a ser del Estado. Los duques de Medina Sidonia reclamaron la titularidad alegando que las tierras eran de su familia, pero en este período el Estado convierte el monasterio en una cárcel de mujeres que debido a las condiciones precarias de las instalaciones y de las presas no logró consolidarse, por lo que la administración se propuso ponerlo en venta.
Desde 1872 goza de la calificación de Monumento Nacional, y en 1881 la familia Medina Sidonia recupera la titularidad. Para sufragar los gastos de conservación y mantenimiento se alquilan algunas dependencias para un uso industrial como los sectores tabacalero y cervecero, con el objetivo último de preservar las joyas patrimoniales que albergaba el inmueble.
Una comunidad de monjes jerónimos volvió al monasterio en el siglo XX, pero ante la incapacidad de mantenerlo en condiciones dignas se marcharon. La Junta ha llevado a cabo una intensa labor de recuperación y lo mantiene desde los años noventa.
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