Su nombre lleva 35 años unido al del conjunto arqueológico de Santiponce, al que ha entregado su vida y ahora dedica sus lágrimas: según dice, «a nadie le importa un carajo».
18/02/2018. El Correo.
Escuchar a alguien sin pelos en la lengua reconcilia con el periodismo. Julio Mallén ya está harto de que se ningunee a Itálica, y se pregunta a las claras por qué se mima a otros conjuntos mientras la joya romana de Santiponce, uno de los más soberbios legados del Imperio y cuna de dos césares, languidece en su colina. De las posibles respuestas no le gusta ninguna.
—¿Cuáles son los principales problemas que desde la Asociación de Amigos de Itálica ven ustedes en este conjunto arqueológico?
—La relación de la Consejería de Cultura con el conjunto arqueológico de Itálica ha sido una desidia enfermiza. Itálica ha sido la niña fea de la Consejería de Cultura. Tú fíjate que yo he vivido treinta años con Franco y ya casi cuarenta con el PSOE: desde que la Consejería se queda con Itálica, que esto fue en el año 1983, aquello ha ido de mal en peor. Repito: por la desidia. Que yo creo que cae en la mala fe, aparte del desconocimiento total de la gente que ha estado en la Consejería de Cultura con respecto al conjunto arqueológico de Itálica.
—¿Algún ejemplo?
—Itálica es un monumento difícil de interpretar por la situación que tiene, puesto que está todo caído y lo único que vemos es lo que está a ras del suelo. Esa interpretación es difícil, y a la hora de explicar aquello los arqueólogos no tienen ningún problema, pero también les cuesta un poquito de trabajo conseguir que la gente se haga una idea de lo que era aquello. Era el monumento que necesitaba con más urgencia un centro de interpretación. Aquí hay centros de interpretación en todos los sitios, menos en Itálica. ¿Por qué? ¿Por qué en Itálica no se ha hecho?
—¿Sabe la respuesta?
—Eso quisiera yo saber. La respuesta que puedo dar es que a la Consejería no le importa Itálica. Ahora se va a hacer una intervención en el Anfiteatro, la parte de la derecha que está pegando al lago, porque es que aquello está que se hunde: allí, cuando llueve, se forman unas bolsas de agua impresionantes, y ante esa urgencia hay que intervenir.
—¿Qué opina de la grabación allí de Juego de tronos?
—Ha venido la HBO para Juego de tronos. Dicen que la HBO no paga, porque hace publicidad a los monumentos. Yo te digo que es mentira, por dos cosas: en primer lugar, la HBO no es una productora que pulula en torno a Canal Sur: es un imperio, con una cantidad de producciones importantísima y con un potencial económico extraordinario. No me creo que no pague. Porque te voy a decir otra cosa: en las Atarazanas también se ha rodado. Dime tú cuánta gente conoce las Atarazanas. Pues la secuencia que se hace allí, como tú no conozcas aquello, no sabe ni la madre que lo parió dónde narices está rodado eso. Es lo mismo que La peste, gran producción del gran Alberto Rodríguez: se han metido dentro de las termas mayores. Yo, la única vez que he entrado en las termas mayores fue en el año 1983. Nadie sabe cómo son por dentro. Por lo tanto... HBO ha pagado. El anfiteatro sí se publicita, porque la gente sí sabe qué es, pero las Atarazanas no. Estoy convencido de que pagan. Y si no, mira tú dónde está la desidia de la Junta de Andalucía.
—¿Qué habría hecho usted?
—Con las necesidades que tiene Itálica, yo llamo a la HBO y si quieren rodar en las Atarazanas o si quieren rodar en Itálica yo hago que un ejecutivo de esa productora venga a Sevilla a tratar conmigo, y le hago una exigencia: tú vas a rodar en el Anfiteatro, pues me vas a hacer una cosa: este año, esta parte me la restauras. Y ahora cuando vuelvas, esta otra me la restauras. Porque yo me acuerdo de cómo era el Anfiteatro de Itálica: las gradas se veían perfectamente, tú te podías sentar, subir y bajar por ellas. Hoy, aquello no existe. El agua, el viento, esto, lo otro, el calor... aquello no existe. Eso se lo habría sacado yo a la HBO. Eso te lo garantizo. Es que vender Itálica es muy fácil. Pero no existe esa voluntad.
—¿Por qué?
—Hay otro tema por parte de la Consejería, que es el sentido de propiedad que tiene de las cosas. Es decir: No, tú aquí no pones que esto me lo ha restaurado la HBO. Tiene que ser la Junta de Andalucía. Una cosa muy pueblerina: esto es mío y tú vienes aquí si a mí me parece bien, y si no, no vienes. Entre ese sentido de propiedad y esa desidia tan enorme que han tenido siempre, Itálica ha sido el desastre padre. Una pregunta: ¿por qué aquí no se creó el patronato de Itálica, cuando se creó en Mérida? Tú fíjate la incongruencia. En el Gobierno central estaba Felipe; en el Gobierno andaluz estaba Escuredo; Rodríguez Ibarra estaba en Mérida. Allí se hace el patronato. Ministerio, Junta, Diputación y Ayuntamiento: esas cuatro instituciones son el patronato de Mérida. ¿Cómo está Mérida? Mérida está a un tiro de piedra de Sevilla para que la gente vaya y compruebe la voluntad de que aquello hay que preservarlo porque es una de las ciudades más importantes que tuvo el Imperio, y ahí la tienes: preservada, puesta al día totalmente, siguiendo excavando, etcétera. ¿Por qué aquí no se hizo? ¿Quién fue el elemento, teniendo al PSOE en Madrid, al PSOE en la Junta, al PSOE en la Diputación y no sé si en el Ayuntamiento? ¿Quién dijo que no se creaba aquí el patronato?
—Eso, ¿quién fue?
—Ya me gustaría a mí saberlo.
—¿Me está diciendo que a día de hoy Itálica no es de recibo?
—No es de recibo. Pero tiene salvación, ¿eh? Vamos a crear el patronato. Esa va a ser la primera lucha que va a tener la asociación, crearlo, como está el de Mérida.
—¿Qué obras harían falta en Itálica?
—¡Buf! Obras importantes: restaurar el Anfiteatro entero, eso lo primero. Vamos a las termas, que son enormes. Vamos a hacer excavaciones, porque cuando se hizo la prospección geofísica del profesor Simon Keay, de la Universidad de Southampton, se vieron cosas. Que hay un monumento enorme que está delante del cementerio entre el Traianeum y donde empiezan las calles; es un edificio enorme que está ahí debajo.
—¿Entero o las ruinas?
—Se ve un edificio grande. Vamos a ver qué es, porque no se sabe; solo lo que ha dado esa prospección.
—Porque lo que queda por encontrar de Itálica, ¿está en el mismo estado de ruina, o hay estructuras intactas bajo tierra?
—No se sabe. Se sabe que allí hay una cosa grande. No se sabe qué. Luego, el Traianeum. Que están trabajando en él.
—Volviendo al patronato: ¿y si no se hace?
—Todavía la legislación deja otra puerta abierta: un 155. Es decir: si tú no estás cuidando de un monumento, yo te quito el monumento y pasa a los servicios centrales. Más claro que el agua. Eso sería más complicado que el patronato, pero sería una buena elección. Luego, por supuesto, tener a personas en la Junta que sepan qué es aquello.
—¿Importa en la Junta el pasado romano?
—El pasado romano les importa un carajo a todos. Porque, en primer lugar, son unos indocumentados. No saben dónde tienen la mano derecha, ni saben qué patrimonio tiene la Junta de Andalucía. Hay que tener a gente que sepa. A la cultura no se le puede poner un indocumentado al frente, porque la cultura no es un huevo que se fríe. En primer lugar, tú tienes que estar enamorado de la cultura, en todos los sentidos: hablar de cine, pero también de teatro, de literatura, de música, etcétera, etcétera. Y del patrimonio que tenemos. Y esa es la principal función. Los dueños de aquello somos nosotros; ellos lo que tienen que hacer es administrarlo bien. Y lo que no pueden hacer es mirar por intereses particulares suyos, porque a ellos les convenga.
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