07/07/2020. ABC.
Stonehenge, el famoso monumento del neolítico situado en Wiltshire, Inglaterra, ejerce una fascinación eterna que parece aumentar con cada nuevo descubrimiento acerca de sus orígenes. Además del misterio que rodea a la sagrada misión del megalito, otra de las grandes incógnitas es cómo los cazadores-recolectores de la época pudieron trasladar los pesados bloques de piedra, de hasta 25 toneladas toneladas, para erigir el monumento.
Construido alrededor de 2.500 años a.C., Stonehenge contiene una mezcla de piedras locales y otras de origen distante. Las primeras, llamadas «sarsens», son las más voluminosas y se sabe que proceden de la cercana área sur de Wiltshire. Con respecto a las segundas, conocidas como las piedras azules, se han barajado varias teorías, desde fueron transportadas por los cazadores-recolectores desde la zona occidental de Gales hasta la llanura de Salisbury por medio de balsas por el mar hasta el Canal de Bristol o que fueron llevadas hasta allí por un glaciar.
El conocido como Altar de Piedra pertenecía a este segundo grupo, que seguía envuelto en el misterio. Ahora, un nuevo estudio, que se acaba de publicar en el «Journal of Archaeological Science» arroja luz sobre la procedencia de esta losa plana de arenisca verdosa que permanece en el centro del monumento megalítico.
La teoría más extendida afirmaba que fueron extraídas hace 5.000 años de las colinas de Preseli en Pembrokeshire, al oeste de Gales, situadas a la extraordinaria distancia de 300 Km. Sin embargo, este nuevo análisis de la edad y la composición mineral del altar y de las citadas colinas no coinciden.
En su lugar, Richard Bevins, del Museo Nacional de Gales y uno de los autores principal del estudio, cree más probable que el Altar, de unas seis toneladas, provenga de Abergavenny, localizado a unos 160 kilómetros al este de Milford Haven, a pocos kilómetros de la frontera entre Gales e Inglaterra.
El equipo utilizó técnicas avanzadas de espectroscopía de rayos X para determinar la composición mineral exacta de ambas rocas y midió las proporciones de isótopos de pequeños cristales de circón para estimar la edad de cada arenisca.
Estas evidencias desmiente por completo la «teoría de la balsa», apunta que las piedras fueron trasladadas por tierra y viajaron a través de una ruta similar a la actual A40, que conecta Gales con Londres hoy en día.
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