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El antes y el después del Museo de los Dólmenes: una victoria para Antequera

 Cultura logra en dos años y medio cumplir las exigencias del Comité de la Unesco y dotar al Sitio, Patrimonio de la Humanidad, de un museo amable con el paisaje. 

23/01/2021. ABC

Sólo unos meses han hecho falta para resarcir casi tres décadas de promesas incumplidas. La villa de Antequera se ha atribuido esta semana una victoria tras ver, por fin, como el «mamotreto» de hormigón con el que han convivido desde los 90 se ha transformado en el reluciente museo para el Sitio de los Dólmenes que debía haber sido desde el principio.

Las nuevas instalaciones, que se inaugurarán previsiblemente en otoño de este mismo año, serán una pieza clave para ordenar el acceso al monumento cinco años después de ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. De hecho, la obra fue una de las exigencias del propio Comité de la organización internacional, tal y como confirma a ABC el director del conjunto arqueológico Bartolomé Ruiz.

La imponente estructura que quedó a medio terminar en 1994 recordaba cada día a antequeranos y visitantes el fiasco del Centro de Interpretación proyectado por la Junta del PSOE en el edificio, que hasta no hace mucho era objetivo favorito de los vándalos. Un monumento al despropósito a contemplar sólo por las cabras de los ganaderos locales que pastaban a su alrededor.

Según, Ruiz, «uno de los valores universales que se le reconocen a Antequera es las orientaciones excepcionales que tienen cada uno de sus monumentos megalíticos. Y eso, precisamente, es lo que se había desvirtuado con las proporciones desmedidas de la infraestructura, que se interponía entre el monumento y las otras dos joyas antequeranas reconocidas por la Unesco, la Peña de los Enamorados y El Torcal.

La practica totalidad de los conjuntos megalíticos de Europa y el norte de África miran hacia el sol y eso no ocurre en el de Antequera. El arqueoastrónomo y catedrático de la Universidad de Cambridge Michael Hoskin investigó las orientaciones de más de 3.000 megalitos y comprobó que sólo el tholos de Menga y dólmen El Romeral fijan su mirada hacia elementos terrestres: la Peña y el Torcal, respectivamente.

Para mantener esa mágica línea visual, la consejería de Cultura ha eliminado toda la planta superior y se ha suprimido el salón de actos contemplado en el proyecto inicial. Un gran sótano y la planta principal configuran hoy un museo que será -cuenta su director- «clave» no sólo para entender el monumento en su conjunto, sino para organizar su funcionamiento y salvaguardar la salud de los monumentos evitando aglomeraciones.

Las instalaciones contarán con una exposición permanente distribuida por unidades temáticas. «Habrá una muestra videográfica sobre los seis sitios megalíticos y neolíticos declarados Patrimonio Mundial», explica Bartolomé Ruiz. A ello se sumará otra proyección de los valores del conjunto antequerano y su entorno, para acabar con dos muestras arqueológicas sobre el ámbito y el territorio de los constructores de los dólmenes y la biografía de cada uno de los monumentos que conforman el Sitio.

El director del conjunto prehistórico ya ha avanzado que en torno a septiembre u octubre de este mismo año «se organizarán jornadas de puertas abiertas» para que antequeranos y visitantes conozcan el edificio y la nueva institución que -tras una inversión de casi cinco millones de euros- se suma a la oferta cultural de la villa.

Dos millones y medio de euros costará la musealización de este espacio, que cuando vea la luz habrá de sumar a la exposición permanente dos muestras temporales. Una de ellas, explica Ruiz, estará dedicada al investigador Manuel Gómez-Moreno (1870- 1970), autor de la primera monografía del Sitio y «una figura fundamental para la transmisión del conocimiento sobre la necrópolis». Gracias a una colaboración con la Fundación Rodríguez Acosta, contarán con la colección artística y arqueológica y los archivos del investigador.

Otra de las salas llevará el nombre del poeta antequerano Antonio Muñoz Rojas, cuyo legado será lo primero que acoja la estancia. En el futuro será un espacio de creación para autores contemporáneos y artistas que trabajen con el territorio, lo que en el mundo de la Historia del Arte se conoce como «land art».

El momento ha tardado en llegar, pero el Museo podrá echar a andar por fin antes de que acabe el año. Lo hará, precisamente, con las dos muestras temporales y todos los servicios en funcionamiento, aunque no será hasta 2022 cuando se pueda disfrutar del discurso expositivo al completo.


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