Los restos de algunos de los caballos sacrificados yacen próximos a la escalinata central. Vídeo: sobre el yacimiento del Turuñuelo de Guareña (Badajoz). IAM-CSIC / CARLOS MARTÍNEZ. |
10/07/2017. El País.
Existen pocas certezas respecto a Tartessos, la considerada como primera civilización europea. Se sabe que existió en el período 1200-500 a. C., en el triángulo de las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, y que estrecharon lazos culturales y económicos con los fenicios. Pero hoy en día, solo sus restos pueden decir algo respecto a su caída; como los del santuario del Turuñuelo (Badajoz). Hace menos de un año, no se había excavado ni un 10% de este santuario y, sin embargo, las señales que se encontraron ya resultaban muy prometedoras. Siete meses después, el templo tartésico arrojaba más preguntas, al descubrirse una escalera central que configuraba la construcción como un edificio de dos plantas. Sin embargo, el último descubrimiento pertenece a unos animales sacrificados en un ritual de propósito y motivaciones desconocidas.
Recientemente, el equipo de arqueólogos que investiga el Turuñuelo ha encontrado los restos de dieciséis caballos, dos toros y un cerdo junto a la escalinata central del templo, en lo que se supone es un ritual de clausura. Sebastián Celestino, director de la excavación, en la que participan el Instituto de Arqueología-Mérida, el centro mixto del CSIC y la Junta de Extremadura, afirma que " hasta este momento, desconocíamos que hubiese podido producirse un sacrificio de semejantes dimensiones. Además, estaba teatralizado en cierta manera: todos los animales fueron sacrificados de la misma forma, y los dieciséis caballos mantienen los bocados puestos", explica Celestino.
Se presupone que el cierre de este templo tuvo algo que ver con una segunda crisis que sufrió Tartessos, desconocida hasta el momento, pero relacionada con la invasión de los pueblos celtas hacia el sur de la península. "Además, aunque la hipótesis más probable fuese que la ceremonia de clausura tenía algo que ver con una guerra cercana, el cierre del templo plantea muchas preguntas", continúa el arqueólogo. "El edificio estaba tapado y sellado, con tierra primero y arcilla después. Las ofrendas de bronce del interior siguen en su sitio, pero rotas, como si quisiesen inutilizarlas. Esto abre la hipótesis de que pensasen que sufrían algún castigo divino", concluye el director.
Por otra parte, José Escacena, catedrático de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, sopesa las posibilidades de una segunda hipótesis, relacionada con la dualidad de la civilización de Tartessos. "Tartessos nació como una mezcla de dos civilizaciones: por un lado, la población indígena de la península Ibérica, y por otro, los extranjeros fenicios. En lo referente a la religión, hay investigadores que piensan que se produjo una cultura religiosa mixta, y otros creemos que cohabitaron juntos, pero no revueltos", detalla el catedrático. "El hecho es que conocemos mucho mejor la religiosidad de la comunidad fenicia porque era una religiosidad más urbana, con mayores santuarios, como el del Turuñuelo o el del Carambolo. La indígena era una religiosidad más natural, más relacionada con el agua, con ofrendas de objetos en tramos de río sagrados".
Escacena establece una teoría basándose en los paralelismos históricos. "Hay una hipótesis basada en que, cuando una comunidad tiene que abandonar un territorio debido a un cambio de poder, sus santuarios son destruidos por la comunidad que ha obtenido el poder, como cuando Israel abandonó Gaza y sus sinagogas fueron destruidas por los palestinos", compara el arqueólogo. "Sin embargo, digamos que la comunidad que expulso a los fenicios les permitió de alguna forma clausurar su templo "razonablemente", y los propios usuarios del templo lo sellarían para que no fuesen destruido o saqueado", concluye el investigador.
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