16 nov 2017 ~ ~ Etiquetas: ,

El Patrimonio prehistórico oculto de León


Imagen del posible monumento megalítico localizado en 2015 en un monte cabreirés.
León es una ‘isla’ en Patrimonio megalítico. Mientras en Salamanca, Zamora o Galicia hay numerosos dólmenes y menhires, los pocos descubiertos hasta la fecha en la provincia leonesa están en ‘cuarentena’, porque apenas se han investigado.
14/11/2017. Diario de León. VERÓNICA VIÑAS.

Las ‘catedrales’ del Neolítico siguen ocultas en León. Y inventario de dólmenes es prácticamente testimonial. Resulta extraño que la provincia no participara hace 6.000 años de los mismo ritos funerarios que se practicaban en Asturias, Cantabria, Orense o Lugo. Algunos arqueólogos reconocen que falta una gran prospección, sobre todo en zonas agrestes, lo que explicaría la escasez de yacimientos prehistóricos leoneses.

Los últimos hallazgos han sido fruto de la curiosidad de vecinos y aficionados. En 2009 Juan Carlos Campos, que ha localizado decenas de petroglifos en la Maragatería, fue alertado por un amigo belga sobre una extraña lápida. Los descubridores la han llamado Peñacruzada. Se trata de una piedra de forma triangular con grabados cruciformes. Podría tratarse de un pequeño menhir de poco más de un metro de altura, que originalmente habría estado en posición erecta.

Carrasconte, donde se halla la enigmática ‘Piedra Furada’, encierra un secreto en su toponimia. Carras significa piedra y Kontos, pértiga, por lo que algunos investigadores creen que Carrasconte puede traducirse por «piedra alargada» o «menhir». En el valle Valdosín se encuentra el menhir de La Uña, de 180 centímetros de altura, datado entre los años 4000-2500 a.C,. posiblemente vinculado con algún rito funerario. Hasta la fecha el entorno no ha sido excavado ni sometido a un análisis a fondo.

En 2015 aparecía en La Cabrera un dolmen «de libro», casi perfecto, localizado por un grupo de vecinos e incluido por el investigador y periodista Sergio Carracedo en su libro Quintanilla de Yuso, de la prehistoria a la actualidad.

Hasta hace una década el Quijote Pensante, obra del artista Víctor de los Ríos, lucía en el campus de Vegazana sobre una montaña de piedras. El maestro e investigador Antonio Justel localizó en Camposagrado trece círculos de enormes piedras hincadas en el suelo, con veintiocho piedras cada círculo, presididas por una pilastra horadada. Según Justel se trataba de una representación de las trece lunas del año, con veintiocho días lunares cada una. O sea, un crómlech (monumento megalítico circular) que funcionaba como un calendario lunar.

La escultura del Quijote tiene ahora otro pedestal y algunos investigadores se preguntan qué ha sido de aquellas piedras.

El arqueólogo leonés Julián Sanz Martínez describió a principios del siglo XX una construcción megalítica en Felmín de la que no ha quedado rastro. «Se trata de piedras enhiestas», escribió entonces.

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