El dolmen de Regoelle atesora cruces, grabados y pinturas.
22/12/2014. La Voz.
Dombate se lleva la fama, y con razón, pero en la Costa da Morte hay otros dólmenes de gran interés. Mucho más, si cabe, ayer, para disfrutar de la entrada por sus cámaras del primer rayo de sol del solsticio de invierno, que esa era la intención del colectivo Pedra Vixía, interesado en el patrimonio megalítico comarcal y conocer sus interioridades. Vivirlo desde dentro, con un cierto halo romántico y experiencial.
Uno de ellos es el Arca da Piosa, en Muíño, Zas, pero como está rodeado de altas fieitas (antaño, eucaliptos), quedó descartado. Otro muy significativo, la Pedra da Arca de Regoelle, entre Dumbría y Vimianzo, fue el elegido. Hasta allí se fueron los miembros del grupo para ver la entrada de la luz a las 9.06 minutos. Los eucaliptos, a cierta distancia, no lo impedían, pero sí lo hizo la niebla. Al menos, una recreación con linterna permitió entender algo que para los antiguos formaba parte de su ritual.
Este dolmen está orientado hacia el este absoluto, como se pudo comprobar con las mediciones de GPS. Coincide perfectamente con el solsticio. Curiosamente, la luna sale hoy por el mismo ángulo.
Hay muchos más aspectos llamativos, unidos a los ya conocidos, como las pinturas. Uno es que la tapa tiene una cruz, realizada posiblemente entre los siglos XVII y XVIII, según explicó, entre otras aportaciones, el experto Pablo Sanmartín. Es una cruz de término, e límite entre municipios, parroquias o cotos. Mide 21 centímetros de largo por 10 de brazo. En el interior hay otra más, de 12 x 10 centímetros.
Dentro también se pueden ver dos grabados. Lo más llamativo es que son iguales a los que hay en Dombate, pero no se sabe lo que significan. El mayor mide 58 centímetros de largo por 20 de ancho, y el menor, 48 un lado y 17 el otro. Ambos forman algo similar a una L.
El topógrafo Modesto García Quintáns, jubilado del IGN y gran conocedor de la zona, ilustró a los visitantes con cálculos de trigonometría esférica. O con curiosidades como que a las iglesias del municipio (como otras de la zona), orientadas hacia el este, llega hasta el altar mayor el último rayo de sol del solsticio de verano.
No solo habló de eso: también echó mano de la memoria para recordar que en los años 60, un vecino quiso destruir el dolmen. No fue adelante, por suerte para todos.
El dolmen de Dombate también ha despertado interés en el equipo de Felipe Criado, profesor de la Universidade de Santiago, con visitas estos días para conocer hasta dónde llegan los rayos de sol de este arranque del invierno.
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